Saber que estaba a su lado era suficiente. Ni el aire ni el dolor de un simple pinchazo le ataría. No sentiría preso su corazón a nada que le arrebatara el alma.

Estará ahí, para ayudarte a salir del dolor. Preso de ese inmenso atisbo de tristeza. No dolía, no más. No quedaban huecos en los que dejar caer sus lágrimas cristalinas.

Su sonrisa invadía corazones, los sanaba, los amaba y los cuidaba.

Átalos fuerte y guarda los trozos de tu corazón dañado, que no te lo rompan más.

Etiquetas: Reflexiones absurdas

+ Patricia, más conocida como Mikado; 20 años llevados como se puede; futura universitaria; amante de la escritura y la lectura; intento de bloggera, y aspirante a novelista. Plasmo mis sentimientos con textos primordialmente sin sentido, y la imaginación abarca todo mi ser en la mayoria de las ocasiones; adicta a la música; ferviente admiradora del anime y twittera novata.

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